Amor, amor, amor...
Me siento mal, por no poder amar como la otra persona quería que le amara. Pero claro, a veces no entendemos que todos somos diferentes y tenemos nuestra propia manera de hacer las cosas, decir las cosas y en resumen SER. El problema se arma cuando uno de los dos ya no lo soporta y decide romper. En ese momento, el dolor es inevitable, incluso, sentir cierta sensación de fracaso y hasta de desolación. Pero lo mejor es siempre reflexionar, aun en medio de lágrimas o ira. Hay que tener claras cuales fueron las equivocaciones cometidas que llevaron al rompimiento. Pero claro, esto no es fácil hacerlo en el momento de la crisis, y la crisis puede durar mucho o poco (todo depende de la autoestima de la persona). Me siento mal y la otra persona también se siente mal. El único consuelo que encuentro es que las crisis nos ayudan a crecer como personas; y que esta crisis le servirá más al que más está sufriendo en estos momentos.
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